Un poco de prehistoria. A principios de los ’70, el Gobierno puso en marcha la Industria Nacional del Cemento, heredera de Cementos Vallemí S.A. que quebró a finales de los ’60. El entonces ministro de Defensa, Marcial Samaniego, ya estaba pidiendo un segundo horno de Clinker para asegurar la producción de un material considerado estratégico. Nunca le hicieron caso y medio siglo después, las remendadas instalaciones siguen siendo pasto de improvisaciones, compras compulsivas y adaptaciones que no llevan a ningún lado. Algo similar ocurre con Petropar y su planta de molienda de caña de Troche para producir alcohol absoluto. Año tras año, prueba y error, no pueden dar con el equipo apropiado. La producción, en consecuencia, marcha a los saltos.
Editorial
INC-PETROPAR: ¿Cuándo vamos a aprender?
El Gobierno que asume en agosto debería reconvertir dos industrias fallidas en empresas exitosas o, definitivamente, liquidarlas. No puede ser que en INC y Petropar se gaste una montaña de dinero público allí donde otros ganan a manos llenas.