Esta retórica cobra vigencia cuando los buenos años se suceden, con sus altas y sus bajas, estabilizando las cuentas y dejando un buen colchón de dólares en el Banco Central. Tan solido es este esquema que mientras la pandemia arrasaba la economía, el país nunca exportó tanta carne bovina y tanto grano de soja como en 2020 y 2021.
Pero bastó un año de sequía devastadora para que el complejo oleaginoso sufriera un fuerte mazazo, expuesto con crudeza durante el primer semestre de 2022. Todas las vulnerabilidades de este sector salieron a la luz dejando grandes interrogantes, sobre todo, cómo ir superando hacia un futuro próximo semejantes desequilibrios.
Seguiremos siendo, por mucho tiempo, una economía agrícola ganadera. Pero hay sectores que muestran una tensión positiva muy importante, por ejemplo, la maquila. Pareja y sostenidamente, estos procesos industriales han ido consolidando un saber hacer capaz de atraer inversiones.