La esgrimen los sindicatos de funcionarios públicos que tratan de aprovechar el hueco dejado por el pato rengo que se va y el cisne blanco que llega con grandes promesas de bonanza y redención. Quizá algunos sectores de la administración pública merezcan una mejora salarial. Pero cuidado con buscar esas mejoras aumentando impuestos o, peor aún, creando nuevos. En alguna medida, del mismo cuero debe salir la correa.
El turno Peña en el Ministerio de Hacienda deberá sacarle punta al lápiz y recorrer con paciencia las planillas salariales con su cohorte de gastos adheridos (horas extra, bonificaciones, ayudas, gastos de representación, etc.) que convierten el tesoro público en una suerte de Santa Claus de la burocracia estratificada.
Por ejemplo, el nuevo Congreso jura dentro de un mes. Y ojo por allí, que para muestra basta un botón. Para entonces, los 18 becarios de lujo en el Parlasur cesarán en su formato rentado especial y sus nuevos integrantes deberán salir del Congreso electo en abril pasado. Eso permitirá al PGN un ahorro de al menos Gs. 10.000 millones anuales, aunque se estima que agregando gastos de hotelería, viáticos, seguros médicos internacionales y demás, esta comunidad de becarios parlamentarios ha venido costando Gs. 14.000 millones por ejercicio anual, 70.000 millones en cinco años de mandato. Asi que, plata hay suficiente siempre que algún “distraído” no encuentre un hueco inesperado para hacerla desaparecer.