La idea de descarbonizar la economía mundial suena muy bien a los oídos ambientalistas. Promete un mundo apacible, de praderas verdes y lagos azules. Los creativos de la publicidad dan rienda suelta a su imaginación y sus piezas de divulgación y comunicación no se cansan de diseñar paraísos bíblicos que se renuevan con cada cumbre climática abundante en protocolos, compromisos y acuerdos cada vez más invasivos e impertinentes para la soberanía de los países.
Editorial
Tokio 1997: Datos matan relato
El protocolo de Tokio es una pieza de museo. Tanto que, 25 años después, quemamos más carbón y petróleo que nunca antes.